lunes, 10 de diciembre de 2012

La Vocación de un docente


  Quien tiene vocación docente es alguien que siente la necesidad de brindarse, de contribuir al perfeccionamiento social, que posee paciencia, comprensión, es altruista, y por sobre todo, ama a los niños y a la juventud.
Un buen docente debe ser humilde, conocedor de sus limitaciones personales, necesita sentirse seguro de lo que conoce y de que siempre hay mucho por aprender; que los alumnos enseñan día a día con sus reclamos, con sus expectativas y sus experiencias de vida; y que la propia sociedad, en su progreso científico y tecnológico desenfrenado exige estar siempre alertas para adecuarse a los cambios.
Nadie se hará rico en dinero siendo docente, y aunque muchas veces se reniegue de la juventud, desafiante y rebelde, nuestros alumnos poseen el magnífico atributo de hacernos sentir un poco más jóvenes en cada encuentro, cuando comprobamos que aún podemos sonreír con sus bromas o sus picardías inocentes. Y sí, muchos docentes nos sentimos ricos en experiencias de vida, en comprender que nuestra tarea es importante y necesaria, que mostramos caminos, y vamos tomando de la mano a cada uno de nuestros niños y jóvenes para soltarlos de a poquito, como se hace con un pequeño que aprende a caminar, y esa es nuestra satisfacción más grande, ver como se van haciendo grandes, cada día mejores, aprendiendo de nosotros, de sus compañeros y de ellos mismos, superándose y eligiendo libremente su destino
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